¡Ay qué terribles cinco de la tarde!
¡Eran las cinco en todos los relojes!
¡Eran las cinco en sombra de la tarde!
Pues estos hacen referencia al personaje bético del que vamos a empezar a hablar esta semana en la sección del blog de la peña, Historia de un Sentimiento: D. Ignacio Sánchez Mejías, que fue presiente del Real Betis Balompié desde 1930 a 1932, y que con él en la presidencia se vivieron muchos acontecimientos de relevancia para nuestra historia y de los que hablaremos poco a poco (sin agobiar al lector) a lo largo de esta trilogía. Empezaremos por conocer un poco mejor a nuestro protagonista.
Hablar de D. Ignacio Sánchez Mejías es hablar de arte delante de un toro e incluso fuera de él, ya que escribió varios ensayos, obras de teatro (la más conocida: Sinrazón, traducida a varios idiomas) y varios musicales. D. Ignacio fue un miembro destacado de la Generación del 27. Además, ejerció ocasionalmente de jugador de polo, actor de cine, automovilista e incluso de presidente de la Cruz Roja. Pero también es hablar de sentimiento verdiblanco, de amor por unos colores.
Se habla en diferentes foros que este presidente bético era sevillista y ¡tienen razón!, D. Ignacio nació sevillista pero murió como un gran bético (de sabios es rectificar). A D. Ignacio lo echaron de socio del Sevilla FC cuando accedió a la presidencia del Real Betis Balompié, y desde entonces amo a nuestro club como el que más y se desvivía por él como presidente y como aficionado de a pie. Parece ser que el Real Betis le dio lo que el Sevilla FC no supo darle. Y esto no lo dicen los libros, ni las crónicas de periódicos de la época, ni siquiera los documentales que se han hecho de él, esto lo dice el propio D. Ignacio por boca de su familia más directa a la cual tengo el gran placer de conocer personalmente.
D. Ignacio Sánchez Mejías nació en Sevilla, el 6 de Junio de 1891, concretamente en la Calle de la Palma. Era hijo de un médico acomodado que se empeñó en que siguiera sus pasos, pero nunca llegó a estudiar Medicina, de hecho el Bachillerato lo hizo, ya mayor, en un solo examen de todas las asignaturas. Para lo que siempre tenía tiempo era para hacer novillos en los Escolapios e ir al Arenal a jugar a los toros con otros niños, entre ellos, un tal José Gómez, que seguro que todos vosotros conocéis por Joselito el Gallo (1895-1920).
A los 17 años, con su afán de aventura, decide probar suerte en las Américas. Al no tener el apoyo de su familia se escapa de casa y viaja de polizón en un barco que se dirige a Nueva York. Pero en la aduana es detenido, siendo tomado por un anarquista dinamitero. Gracias a la intervención de su hermano Aurelio, que vivía por aquel entonces en México, sale bien parado del lío en el que se había metido.
D. Ignacio decide quedarse en México, junto a su hermano, y empieza a trabajar en Veracruz. Pero no olvida sus juegos de niños y al mismo tiempo empieza a formar parte de una cuadrilla de toreos, estrenándose como banderillero en Morelia, México en 1910. Deja México para volver a España entrando en la cuadrilla de D. Fermín Muñoz González, Corchaíto.
El 13 de Septiembre de 1913 se presenta en España, debutando en Las Ventas (Madrid) como banderillero superior, el 21 de Junio de 1914 lo hace en su tierra natal: Sevilla. Es el año en el que empieza a torear novillos y banderillear en varias plazas grandes. Y también es el año en el que empieza a formar parte de la cuadrilla de su gran amigo Joselito el Gallo, antes había estado en las cuadrillas de D. Juan Belmonte y de D. Rafael el Gallo (hermano mayor de Joselito).
El 27 de Diciembre de 1915 D. Ignacio Sánchez Mejías y Dª Lola Gómez Ortega (hermana de Joselito el Gallo) se casan en Sevilla y forman su residencia en Pino Montano donde D. Ignacio tenía la finca. Fruto de este matrimonio nacen dos hijos: D. José Ignacio y Dª Mª Teresa. El niño, nacido el 9 de Octubre de 1917, siguiendo la tradición del padre se hace torero tomando la alternativa el 13 de Junio de 1941 en la Real Maestranza de Sevilla teniendo como padrino a
D. Pepe Bienvenida, falleció a consecuencias de un infarto el 2 de Noviembre de 1966.
A pesar de tener muchas inquietudes (está claro que por la gran cantidad de temas en los que estuvo involucrado a lo largo de su vida tenía una gran actividad en la vida social de Sevilla) hasta la fecha sus mayores esfuerzos estaban centrados en la vida taurina, donde obtuvo una gran variedad de triunfos (por ejemplo en La Maestranza el 18 de Agosto de 1918) hasta finalmente tomar la alternativa, en Barcelona, el 16 de Marzo de 1919. Corrida en la que fue apadrinado, como no podía ser de otra forma, por Joselito el Gallo (a la vez amigo, cuñado y gran maestro en el mundo de los toros) y teniendo de testigo a D. Juan Belmonte (otro ilustre del mundillo). En esa misma corrida llego a salir a hombros por la puerta grande. La alternativa es confirmada en Abril, en Las Ventas de Madrid en la temporada de 1920 teniendo igual padrino e igual testigo ante las reses de D. Vicente Martínez.
En esa misma temporada de 1920, D. Ignacio contrata más de 100 corridas en las cuales recibe dos cornadas. Pero de ese año hay que destacar el 16 de Mayo, en la plaza de toros de Talavera de la Reina, donde se disputan un mano a mano D. Ignacio y su cuñado Joselito el Gallo. Le toca a Joselito vérselas con el toro llamado Bailador,de improviso el gran maestro,y cuñado de nuestro protagonista recibe una cornada en su vientre,D. Ignacio sale al quité para evitar males mayores, matando al toro mientras se llevan a Joselito a la enfermería. Al terminar la lidia, cuando D. Ignacio entra a ver a su amigo, este era ya cadáver. Lo veló esa noche y lo lloró toda la vida. La fotografía de D. Ignacio abrumado por el dolor, sosteniendo con una mano abierta su cara mientras con la otra acaricia la cabeza de Joselito yacente quizás es la más emocionante de la historia de la tauromaquia.


En 1923 no toreó. En 1924 tuvo un enfrentamiento con los empresarios taurinos, ya que llegaron a un acuerdo para no pagar a ninguna figura más de 7.000 pesetas y D. Ignacio defendía el libre mercado. Por ello los empresarios decidieron quitarle de la Feria de Sevilla en 1925. Pero él, de acuerdo con el matador, se tiró como espontáneo con su traje de calle y realizó una gran faena, el público lo aclamó pero los empresarios azuzaron contra él a los críticos venales.
D. Ignacio era muy conocido por tener amores y aventuras abundantes, tempestuosas y anecdóticas, como aquella que se cuenta de México en que un marido lo pilló en la cama con su mujer y acabó saliendo de la casa a tiro limpio. Pero sólo por Dª Encarnación López, La Argentinita (mujer inteligente, atractiva, folclorista excepcional y gran bailarina, que había sido la novia de su gran amigo Joselito), llegó a abandonar a Lola, su mujer. En 1925 se hace oficial la relación entre ambos, aunque ya llevaban un tiempo juntos. Gracias a La Argentinita, D. Ignacio se relaciona aún más con el mundo de la cultura literaria conociendo a dos de sus más influyentes literarios: Falla y García Lorca, llegando a establecer una gran amistad con este último. En 1927, tras varias cogidas graves, anuncia su retira de los ruedos para dedicarse por completo al teatro y la literatura.
Ese mismo año pagó el viaje a Sevilla y reunió luego en su finca de Pino Montano a los jóvenes poetas (Federico García Lorca, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Luis Cernuda...), que querían rendir homenaje a Góngora en su tricentenario. Ahí nació la famosa Generación del 27 y fue donde se hizo la famosa foto de la misma. Fue a partir de esta época en la que aparecen sus obra literarias: Sinrazón, de corte psicoanalítico; Zaya, taurina, metafísica y autobiográfica: Ni más ni menos, farsa poética; Soledad; Las calles de Cádiz, musical para La Argentinita que incluía las canciones populares de Lorca. Llego incluso a da una conferencia de tauromaquia en la Universidad de Columbia (Nueva York).
Es en este momento de su vida, alejado del mundo de los toros, cuando D. Ignacio toma las riendas del Real Betis Balompié, en 1930. Estuvo sólo 3 años, hasta 1932, pero fue el tiempo suficiente para hacer cambios significativos en la entidad. Cambios que sentarían las bases de un Betis grande. Pero todo esto ya lo veremos en las próximas semanas de una forma más tranquila y extensa.
Abrazos béticos
Miguel A.

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